martes, 21 de julio de 2015

Riccardo quiere superar la gran elección de 1999 y convertirse en Gobernador.




15 años de transición y reconstrucción de la oposición confluyen en el Frente “Cambiemos”. El diputado nacional lidera un espacio plural encabezado por el radicalismo que será un duro rival del peronismo provincial que lleva 32 años en el poder.

La elección del 1999 fue la última vez que la oposición hizo temblar la estructura provincial. 10 puntos de diferencia entre los radicales en aquella vez conducidos por Walter Ceballos y el peronismo de Adolfo Rodríguez Saá que iba con dos colectoras. Había sido triunfo radical en Capital y victoria peronista en Villa Mercedes.

Hoy José Riccardo y Ceballos  unieron fuerzas y son nombres de peso del radicalismo presente. Ambos sintetizan dos expresiones dentro de la oposición y del propio partido.

Riccardo es el que llega a la gente; el que escucha; el pragmático y el que tiene los votos. Con esfuerzo personal supera barreras de un Gobierno provincial que le impide tener voz en los medios estatales.

Ceballos es la experiencia, un gran estratega y la mano derecha de Ernesto Sanz. Hace 15 años condujo la última gran elección de la UCR con un frente amplio que incluía peronistas disidentes. De una oratoria notable y con una prepotencia de trabajo admirada por el Justicialismo de aquel entonces. Triunfante en la capital puntana el radical oriundo de Justo Daract estuvo a 15.000 votos de conseguir lo impensado.

Para Adolfo, su rival en aquella contienda, Dios atendió en Villa Mercedes porque esa ciudad salvó al PJ puntano. Ese famoso bastión logró recuperar una probable derrota electoral. Con las mesas mercedinas Adolfo se repuso y la Provincia cerró 86.890 votos contra los 71.968 de Ceballos. En Capital el peronismo fue derrotado por 6 puntos de diferencia y si esa tendencia se mantenía Adolfo habría perdido y sería el punto final para su partido construido en base a su propia figura y la de su hermano Alberto.

Las viejas batallas datan que en 1983 con Carlos “Tincho” Zavala la UCR quedó a 4000 votos del caudillo peronista y salió victoriosa en la legislativa de 1985, la única elección donde ganó la oposición en 32 años.

Luego del 99 tuvo que pasar una década para que el radicalismo aceite los engranajes de su maquinaria política. 2 abstenciones electorales a Gobernador en 2003 y 2007. Derrotas en austeridad y silencio que permitieron a sus referentes aprender. Ahí apareció una nueva generación de dirigentes jóvenes como Alejandro Cacace, Juan Alvarez Pinto, Carlos “Caco” Andreotti, Juan Manuel Rigau o jóvenes en política como el propio José Riccardo y Claudia Rocha.

La diferencia de esta elección con las anteriores es la fuerza que cobró el radicalismo en el interior tras las elecciones de 2011 y 2013. La llegada de Riccardo al Congreso Nacional fue la máxima expresión de un esfuerzo por poner de pie a un partido que parecía dormido, desmovilizado y diluido en sus internas.

Revitalizada, la UCR llevará candidatos en prácticamente todas las localidades. Muchos dirigentes, con pocos recursos, gastaron sus suelas y se convirtieron en concejales. Ahora como ediles van por sus  intendencias y otros como el jefe comunal de Santa Rosa, Miguel Postiguillo quieren ser reelectos.

El Justicialismo llega a la elección dividido. Su voto está dispersado entre los ortodoxos que votan la “Celeste Unidad” y quienes están descontentos con la proscripción de Claudio Poggi y ven en Riccardo una alternativa real a la dedocracia.

“El Jose” como le dicen sus correligionarios emerge frente de 30 años de gestión peronista poco transparente. Del otro lado, el albertismo estropea su propio armado depurando a decenas de dirigentes de sus filas dejando una herida abierta en el PJ.

El modelo de los Rodríguez Saá por errores propios y aciertos radicales tiene síntomas de retroceso y agotamiento. El cliché “Invicto e Invencible” se vuelve duda pero también temor de perder cargos y escaños legislativos. El peronismo en sus ministerios se alborota. La división en la adversidad producto de un liderazgo natural avasallado como el de Poggi, sumado al avance territorial del radicalismo le quita el sueño. La humillación en carne propia de Adolfo en manos de periodistas porteños que le mostraron encuestas donde no conseguirá llegar a las generales, debilita la impopular campaña de Alberto en la Provincia.

La otra vertiente peronista, el kirchnerismo, abandonó la Provincia y cerró su búnker en la figura de Enrique Ponce, el intendente de la ciudad San Luis. El camino de la gobernación tiene la puerta abierta para el radical José Riccardo. Faltan semanas para las primarias y todo indica que habrá una paridad con los Rodríguez Saá como hace dos décadas no ocurría y puede haber otro final.
Mirá lo que decía Página 12 en 1999 luego de la elección:

“En su provincia, Rodríguez Saá ejerce el poder de un modo muy particular. En marzo de 1998, el Colegio de Abogados de Villa Mercedes, la segunda ciudad de la provincia, organizó un velorio para simbolizar la muerte de la Justicia, muerte que había provocado el gobernador –apodado “El último emperador” por sus detractores– con diversas medidas. Entre ellas, cesantías de secretarios, control ideológico, control del Jurado de Enjuiciamiento, sometimiento del Poder Judicial, denegación de Justicia, supresión de la matrícula, disolución del Colegio de Abogados.A lo anterior, hay que sumar que el mandatario provincial maneja el canal estatal y que su hermana dirige el único diario importante de la provincia. Su patrimonio también es una incógnita. Los bienes del gobernador declarados hace quince años, cuando asumió la gobernación, eran dos modestos automóviles y una casita. A principios de 1998 habitaba una mansión en el centro de San Luis y poseía otra en las afueras de la ciudad, cuya valuación conjunta ronda los dos millones y medio de pesos. A esto hay que sumarle negocios inmobiliarios, empresas constructoras y propiedades en la Capital Federal”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario